Papa Nöel vs Sauron
24 noviembre, 2017 - 7 minutes readSabes eso de que un tipo oscuro, vestido de negro como el carbón, siniestro de verdad, malísima persona y herrero de profesión; un tipo que nunca daba puntada sin hilo y que un jueves por la mañana, tiró hasta un volcán (nada más y nada menos) y pudiendo forjar una señora espada toledana, se conformó con labrar un anillo, de oro eso sí, pero sin mucho más que destacar a simple vista, tan solo una inquietante inscripción que aparecía cuando la pequeña joya se sometía a un calor intenso y que, agárrate que vienen curvas, decía tal que así:
Un Anillo para gobernarlos a todos. Un Anillo para encontrarlos,
un Anillo para atraerlos a todos y atarlos en las tinieblas.
Ahí lo llevas.
Y es hoy, precisamente hoy, cuando me ha venido a la mente esta perturbadora historia. Hoy, viernes 24 de noviembre. Un día que en cualquier otro momento sería un viernes más. Ese que va entre el jueves y el sábado. Aquel que, como un viernes más, corriente y moliente, llegaría sin aspavientos y sin hacer ruido.
Pero no, está claro que este viernes no es uno cualquiera. A este lo llevan anunciando desde hace 2 meses y pico. Incluso tiene identidad propia. Lo han coloreado y además lo muestran, en la mayoría de los casos, en mayúsculas, con una fuente tipo condensed, en negrita, cursiva y ligeramente en posición ascendente, como queriéndote decir: ya está aquí, ya llegó. Todo ello acompañado por un golpe seco y metálico: Pum!
El Black Friday, amigo. Si no te has enterado seguramente es porque sencillamente, no vives en este planeta.
Y entre la pereza que me da este absurdo día se me ocurre que, de igual manera que al señor de la Coca-Cola se le atribuye la creación de Papa Nöel y su universo navideño, bien podía haber sido Sauron el precursor de lo que hoy conocemos como Black Friday: un viaje demencial desde la fantasía épica de Tolkien hasta el momento actual de esta sociedad globalizada. Un anillo que ha transmutado de objeto mágico a una jornada de descuentos de hasta el 20% en tostadoras y zapatillas de andar por casa.
Según esta teoría, aquella enigmática inscripción podría transformarse en algo así:
Unas rebajas para gobernarlos a todos. Unas rebajas para encontrarlos,
un rebajas para atraerlos a todos y atarlos en las tinieblas.
Porque pienso que de la misma manera que el plan de Sauron al forjar aquel anillo era el de controlar y esclavizar a los portadores del resto de anillos, el Black Friday ejerce idénticos efectos.
Y voy a ir un paso más allá continuando la reflexión está vez en el territorio de las marcas, así, sin anestesia ni nada.
Digamos que este particular día, se ha convertido en una especie de plaza del pueblo donde se han concentrado todas las marcas para vender sus productos gritando exactamente lo mismo: ¡Black Friday! Así, a grito pelao.
Las marcas con más poderío, lógicamente tienen lugares más privilegiados, elevados del suelo, lo que les dota de mayor visibilidad y alguno incluso con megáfonos. Pero en un ambiente de saturación acústica, donde sólo se escucha vociferar lo mismo en esa plaza, da igual que te vean si nadie entiende qué carajo dices.
Hemos llegado al punto en el que las rebajas se han diluido y ya prácticamente estamos de rebajas todo el año. Ahora, desde una visión muy panorámica, las marcas/negocios han emprendido estrategias similares lo que se traduce en un absoluto aburrimiento y monotonía, anulando la sorpresa.
El Black Friday, no es el problema. Sé que es simplemente una fórmula comercial agresiva de aumentar ventas, pero yo quiero traerlo aquí a modo de símil de ese “todos atados y gobernados bajo un mismo comportamiento” que condiciona la forma de hacer las cosas como uno quiera hacerlas, independientemente de cómo las hagan los demás. Este fenómeno lo percibo aún más en pequeñas marcas o negocios, que por pura inercia, como el pez que en el río va siempre a favor de la corriente, sin plantearse otra opción, quizás otra dirección, adoptan este tipo de estrategias comerciales sin darse cuenta de que tal vez deberían seguir las suyas propias, aquellas que vayan más ligadas a su ADN y que las distancien del resto.
Conclusión
Las marcas/negocios invierten recursos de tiempo y dinero en determinar su propio territorio, construyendo su personalidad, lo que las define y hace únicas frente a sus competidores, intentando ser reconocibles por lo que son. Aquellas pequeñas marcas y pymes con menos recursos y capacidades muchas veces no se dan cuenta de que es precisamente en los momentos en los que todo el mundo actúa bajo un mismo patrón cuando, aparece una oportunidad, quizás una diminuta grieta por la que colarse y empezar a distanciarse de lugares comunes y encontrar así, su propia voz.